martes, 15 de octubre de 2013

Theo Klomberg. Video de Pep Caballè


El padre Theo Klomberg o simplemente “Padre Theo” era de origen holandés, llegó a Chile en 1960 y fue testigo del golpe de estado contra el presidente Salvador Allende. Su vida fue un ejemplo de cristianismo, solidaridad y socialismo, no tanto en la prédica, como en la práctica. En 1973, el sacerdote estaba a 250 kilómetros del Palacio de La Moneda. Se hallaba en un edificio de correos, cuando los militares cerraron el portón y apenas logró salir. Esa es la primera imagen del golpe que lo afectó de manera demoledora cuando amigos y compañeros fueron apresados.


Decía que cuando llegó a una iglesia católica de la localidad de Talca se encontró con una misa cantada y bonita. Las monjas parecían ángeles de tan lindo que cantaban. El problema es que era una misa de acción de gracias “porque Chile se había liberado del comunismo”. “Sentí el golpe en el corazón. ¡Cómo la Iglesia se presta a ese juego! ¿Dónde está el sentimiento humano en la gente de la Iglesia? Ya había perseguidos, y el mandato de Cristo es velar por los que son perseguidos, y veía a las monjitas cantando felices de la vida”, decía el Padre Theo. El sacerdote señalaba que entonces se dio cuenta que no fue uno, sino dos los golpes contra el pueblo chileno: el de Estado, perpetrado por Pinochet, y el de su Iglesia. 

El sacerdote holandés se estableció en Nicaragua en 1981, y pregonaba que en Cristo no hay patria ni fronteras, lo único que hay es Amor. Desde que llegó a Nicaragua, el Padre Theo se ligó a la comunidad de la colonia 14 de septiembre, estuvo metido en ella, para comprenderla desde adentro, no para hablar por los pobres, sino desde los pobres, viviendo como ellos, entre esa multitud anónima que se encarga de mantener los privilegios ajenos.

Teniendo como su héroe a Jesucristo, el Padre Theo dejó entender que hay dos evangelios: el inadvertido, que es el que se acomoda al mundo; y el subversivo, que es el que se encarga de desacomodar al mundo. Como una de sus principales labores, el sacerdote se dedicaba al trabajo social… pues para él, la fe no se trataba solamente de creer, sino de ser creíble, en su conducta en la comunidad, en la familia, en el país.

Trabajó con la Asociación de Educación Popular “Carlos Fonseca”, para alfabetizar en el sentido amplio de la palabra: alfabetizar para enseñar a leer y escribir, saber leer la coyuntura, saber analizar, saber entender.También participó en el proyecto de campesino a campesino, y laboró durante más de 16 años en el programa para niños en riesgo Los Quinchos.

El padre Theo señalaba que el individualismo es anticatólico, pero es lo que se propaga en la ideología neoliberal. Decía que mucha gente en su práctica compartía su fe, y que para ser un buen católico hay que tener una buena base: ser un buen ser humano. El cristianismo es el humanismo, el sentimiento y el sentido humano de la solidaridad.

Decía que “el capitalismo impone un modo de vivir a través de una ideología que ahora es el neoliberalismo, que consiste en el individualismo, consumismo, en la búsqueda permanente de diversión y placer, superficialidad. De acuerdo a esa ideología cada hombre debe ver en el otro un competidor; así se separan y es más fácil dominarlos.
“El objetivo nuestro es el sueño del ser humano, la realización de sus valores más profundos, la alegría plena. Para ello es necesario que la humanidad entienda lo que le están quitando, cómo nos imponen una sola cultura, cómo nos explotan. Hay que cambiar eso. Compartir lo propio con los demás. El hombre debe desarrollarse en plenitud porque Dios quiere que vivamos a imagen y semejanza de él, como humanos”, expresaba. Recordaba que la imagen de los pobres que le inculcaron en Europa, era de que “son ignorantes, gente haragana, y que como no quieren trabajar, por eso son pobres. Además de eso, a uno le dicen: ¡Cuidado!, porque te pueden robar”.

El Padre Theo fue militante del sandinismo, que sentía como programa de vida. No se desalentaba ni se daba por vencido. Confiaba en que ha llegado el momento de cambiar las cosas para bien de los pobres y explotados. Y trabajaba para ello. El sacerdote estaba convencido que la fuerza más grande de amor y liberación está en la gente humilde. Por ahí viene la cosa: otro mundo es posible desde abajo. Y eso vale para la Iglesia, para los gobiernos, los partidos políticos, los sindicatos, para todo. Decía que lo aprendió en Chile y lo confirmó en Nicaragua”.

El Padre Theo Klomberg era un cura pijudo, dicen muchos vecinos de la colonia 14 de septiembre, y recuerdan que durante muchos años se ganó el sustento con la venta de Barricada, el diario sandinista, lo que lograba tras interminables caminatas que le dieron la oportunidad de conversar con vecinos y amigos y sentir así el pulso de los días.
El Padre Theo era un verdadero cura del pueblo…

Theo Klomberg from pepcaba on Vimeo.

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